Son indivisibles y pueden ser compartidos por todos los miembros de una comunidad sin exclusión.
Cualquier persona puede disfrutar de ellos sin mayor restricción porque normalmente su uso y disfrute no tiene precio.
Tod@s somos sus propietarios aunque su titularidad y administración formal le pertenece normalmente al gobierno o autoridad correspondiente.
Son usados o disfrutados por cualquier consumidor, no pueden ser comprados o adquiridos porque no tienen precio ni dueño.
Contribuyen al bienestar de las personas porque apoyan el desarrollo de actividades económicas, sociales, culturales, recreativas e incluyentes y aportan valor y orgullo a la comunidad además de fortalecer el sentido de pertenencia y ejercicio de la libertad.